Colocación de stent colónico
En Providence, creemos en la creación de un entorno cómodo para cada paciente, especialmente cuando se trata de procedimientos delicados como la colocación de stents colónicos. Nuestros médicos utilizan el tratamiento para aliviar los síntomas de los problemas digestivos con precisión y cuidado.
La colocación de stent colónico es una técnica utilizada para tratar porciones obstruidas del intestino grueso. La técnica utiliza un tubo hueco y flexible llamado stent para expandir y abrir la sección bloqueada del colon. Es más efectivo para pacientes con cáncer de colon u otras formas de obstrucción intestinal.
Similar a una colonoscopía, su equipo de cuidadores insertará una línea IV en su brazo durante la colocación del stent en el colon. Esto es para proporcionar la medicación y los sedantes necesarios y garantizar un procedimiento cómodo. También se le dará oxígeno para respirar. Su médico le pedirá que se acueste sobre su lado izquierdo en posición fetal (llevando las rodillas hacia el pecho).
Luego, su médico insertará un colonoscopio lubricado a través de su recto. Es posible que sienta una ligera presión o calambres. Se le administrarán sedantes para reducir las molestias que pueda sentir.
Su médico usará el colonoscopio para ver el bloqueo en su colon. También se pueden usar rayos X y tecnología de imágenes fluoroscópicas para localizar el bloqueo y colocar el stent con precisión. Una vez localizado, se coloca un alambre blando sobre el bloqueo y se coloca un tubo delgado con el stent sobre él, lo que ayuda a expandir el colon obstruido.
Debido a que la colocación de stent colónico requiere la entrada al tracto gastrointestinal, su médico también le pedirá que prepare sus intestinos antes del procedimiento. Esta preparación puede realizarse hasta tres días antes de la colocación del stent y puede requerir que modifique su dieta, tome medicamentos o use un enema. Esto es para garantizar que su procedimiento sea seguro y produzca resultados precisos.
La colocación de stent colónico es generalmente un procedimiento seguro. A pesar de la improbabilidad de que ocurra una complicación, el procedimiento conlleva ciertos riesgos. Estos riesgos incluyen náuseas, hinchazón e irritación rectal, así como sangrado rectal y dolor posoperatorio. Aunque es raro, también existe la posibilidad de que el stent se salga de su lugar, lo que se denomina migración del stent.